Fotografía tomada por Ojos de Hojalata
Mi padre estuvo una buena temporada diciéndome esto:
Para un poco, estate tranquila un tiempo, vas a enfermar, no puedes estar en misa y repicando.
Y es que yo, mal o bien, poco o mucho, siempre he trabajado. Desde que volví de Madrid comencé a estudiar y a trabajar a la vez, primero sólo por los veranos, cuando los demás descansaban, luego compaginaba estudios con trabajo y posteriormente sólo trabajaba. Incluso estuve una temporada haciendo dos carreras a la vez, vamos que lo que se dice estar a la bartola durante unos meses creo que sólo lo hice en el instituto y ni siquiera porque siempre fui una chica de bienes a la que le quedaba algo como ingles o física para septiembre.
Hace hoy 19 meses y pico que me quedé embarazada de babyLucía y aun así no paré, cuando estaba embarazada de casi 8 meses me subí a una majada (braña) en el pico de los Lagos de Covadonga, en los Picos de Europa, caminé por picos y laderas, bajé a cuevas a 47 escalones de pintor sin luz y todo por promocionar mi negocio.
Cuando estaba al borde de la explosión tuve que cambiar de almacén y por descontado hacer una mudanza brutal, la segunda desde mi embarazo pues ya con 3 meses había realizado otra. Y cuando ya estaba a punto de eclosionar tuve una feria de invierno con mis productos a la que no pude o supe decir NO.
Luego nació babyLucía y aun así no pude parar porque en enero, señores, existe un organismo que se llama Hacienda que pide que cierres el año, presentes cuentas y pagues los impuestos del 4º trimestre, eso, como la dueña de mi negocio y su única empleada soy yo, lo tuve que hacer, con 13 días recién parida de cesárea.
Por supuesto poco tiempo después nos vinimos a Gijón porque como bien dice mi madre:
Quien tiene hacienda tiene que atenderla
Con esto os quiero decir, en esta reflexión en voz alta cosas que ya sabéis, que tener un negocio propio NO es fácil y que no sólo te quita tiempo y dinero sino que no puedes irte a la ligera dejándolo todo ahí y que, si eso, se haga solo.
Todo ese tiempo sin parar me pasó factura, no enfermé como vaticinaba mi padre pero sí que me llegué a sentir muy saturada, como si estuviera bajo el agua y no pudiera respirar por mucho que tuviera una bombona de oxígeno.
Eso y que el negocio no va como me gustaría, son tiempos complicados y tras tres años no noto que la cosa mejore, me ha llevado a pensar seriamente que quizá es el momento de parar.
Imagen tomada por Ojos de Hojalata fotografía para Mar Vidal (d’origo astur)
De tomarme un descanso, el descanso del guerrero, de decir STOP, de “echar el cerrojo” como dice mi padre y descansar. Pasar más tiempo con mi bebe, pero no tener a mi bebe sino “estar” con mi bebe, porque yo la tengo conmigo todo el día pero realmente…¿cuánto tiempo estoy con ella? ¿cuánto disfruto de su cariño, de lo que aprende cada día, de sus logros, de sus frustraciones y de poder enseñarle y ejercitarla como se merece? si me pongo a contar entre unas cosas y otras es menos del que me gustaría.
He decidido parar, no es un “kitkat” sino un “stop“. He decidido cerrar mis negocios y ser mama una temporada, disfrutar de mi bebe, de mi familia y de tener, quizá, otro bebe. Dedicarme a mis aficiones, a pasear con los perros, a escribir en este blog, a disfrutar de la fotografía, a estar tirada en el sofá sin sentirme culpable.
Por supuesto podéis decir “tu que puedes, otros nos tenemos que aguantar“, es bien cierto, para vosotros solo os deseo que podáis tomaros los descansos que todos debemos tomar, que si estáis embarazadas paréis, no bajar el ritmo, parar del todo. Disfrutar de esos meses de baja maternal que sirven para algo y que son muy necesarios, os lo digo yo que no la disfruté.
Foto realizada por Viajablog en nuestra presentación a bloggers de d’origo astur en Puerto de Vega
No os creáis que esto es fácil para mi, ni siquiera decidiendo parar puedo hacerlo del todo pues un negocio está llamando y ese no puedo pararlo (por suerte) pero si que paro al 98%.
Mis queridas d’origo astur y d’gústame se irán al limbo de las empresas, a ese lugar donde se esconden los sueños de muchos emprendedores que no llegamos, a ese punto en el que se sumergen los sueños con un “por si en el día de mañana…” allí las mandaré el 30 de diciembre y ya lo he llorado todo.
Montar un negocio es algo precioso, super emocionante, te levantas y te acuestas con muchísima ilusión y llena de ideas frescas y nuevas, algunas incluso innovadoras, pero eso no hace que tu empresa sea rentable. Mi empresa no lo era.
Mi empresa no tenía costes fijos, no tenía casi costes de ninguna clase una vez invertida la primera vez, una inversión importante pero suficientemente baja como para no tener deudas con bancos o externos, la montamos sin capital social, su capital social fueron horas de ideas, muchos tutoriales para poder hacer nosotros lo máximo posible y elementos informáticos que ya teníamos. Mi empresa no tenía deudas con proveedores, sus clientes no le deben dinero y los pocos que tenía eran muy, muy fieles. Pero mi empresa no era solvente.
Mi empresa compraba y vendía pero no daba dinero, pagaba sus deudas, pagaba a sus proveedores y sus facturas pero no le sobraba el dinero, el problema de mi empresa es que no podía crecer porque no tenía para invertir y sus clientes no crecían.
Un día echamos números y nos dimos cuenta de que necesitábamos 100 clientes al mes para tener una empresa que diera beneficio y con beneficio no quiero decir que diera dividendos a final de año sino que pagase un sueldo a un trabajador, a mí, y que le sobrase para tener un fondo en el cajón y poder invertir. Pero en tres años y haciendo todo lo posible nunca dio lo suficiente para esto. Si, sobrevive pero ¿necesitamos volver a imprimir pegatinas de queso? para eso no hay dinero, hay que poner y, la verdad, me cansé de poner.
D’gústame delicatesen
Es duro y triste decir adiós a un proyecto precioso, a algo con lo que soñaste que sería y serías grande pero una vez lo lloras pasa a ese limbo de lo que pudo ser y no fue. Todos los que la conocieron dijeron que era una gran empresa, con mucho look, con grandes productos, con todo lo necesario para triunfar, pero no lo hizo y yo, de naturaleza vaga, me cansé de intentarlo.
Así que aquí tenéis el final de mi historia empresarial, por ahora, porque los culos inquietos paran un tiempo pero no paran siempre y porque, no vamos a negarlo, yo quiero que mi papa esté orgulloso de mí y quedándome en el sofá dudo mucho de que lo haga.