Sentada en el sofá pensaba en lo que haría al día siguiente, para ella todos los días eran iguales, despertarse, salir a pasear, desayunar, dormir la mañana, pasear, dormir la siesta, cenar, pasear y volver a dormir.
El cariño también estaba ahí pero no lo necesitaba demasiado.
Es lo que tiene ser un galgo.