Agonizaba.
Movía un miembro tras otro pero sin fuerza, ya no podía más.
El mundo se había vuelto cruel e insondable en estos últimos días.
Notaba como necesitaba comida y bebida pero no tenía fuerzas para trabajar, para preparar una simple trampa.
Veía entre la bruma de su agonia la comida pasar por su lado pero no podía alcanzarla.
De repente se abrió el espacio y algo blanco y suave se acercó a ella, la cogio y la apachurro, la araña murió como había crecido, echa un ovillo.