Monólogo desde un cristal: La historia de mi vida. Abril de 2006.
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Quién tiene la llave del proceso de crecimiento interno, cómo se sabe cuándo es el momento de dejar atrás una parte de tu vida para comenzar, en ese instante, de nuevo, desde cero.
Durante el primer año en mi nuevo hogar, llamado lo cual a cuatro paredes en las que se encontraba todo lo necesario para vivir, pasé mi tiempo sin casi tener el menor contacto con el mundo exterior.
Lo máximo a lo que aspiraba era a hacerme un hueco en mi masificada comunidad de vecinos, unos 30 en muy poco espacio.
No existía nada salo nosotros, discutíamos medio y día y el otro medio observábamos por el cristal lo que se desarrollaba fuera. De vez en cuando llegaba alguien de visita y uno de mis compañeros se iba para no volver.
En más de tres semanas, llegaron y se fueron como 20 compañeros/as. Yo me hice muy amigo de un joven que estaba todo el rato paseando por nuestra casa. Me pasaba los días con él de arriba a abajo mientras me preguntaba porqué lo haría, hasta que un día me armé de valor y se lo pregunté.
No es que no lo hiciera antes porque temía molestarle o uno fuera capaz de hacerlo, era sólo que nunca habíamos hablado. Nuestra relación no se basaba en las palabras porque el joven no era muy inteligente y en realidad en las condiciones en las que nos encontrábamos no había mucho que decir.
Pero a lo que iba, le pregunté porque paseábamos todo el rato. Al principio se detuvo y me miró serio, como si no comprendiera y después siguió con su incansable paseo.
Así estuvimos unos meses, paseando cada día en silencio, arriba y abajo.
La vida en ese lugar era espantosa, a los dos días de llegar cogí la enfermedad del punto blanco, se conoce que estaba el virus en el lugar y al haber tanta gente me lo contagiaron, estuve a punto de morir.
La gente sana se apartaba de mi lado, nadie me quería cerca, hasta los ancianos me repelían, había uno sin un miembro que se dedicaba a morderme cada vez que me veía cerca de su zona.
El único que no se despegó de mí fue mi colega arriba y abajo. Se conoce que se dedicaba a pasear porque una enfermedad le había hecho creer que era otra cosa diferente y toda su obsesión era salir de su cuerpo para volver a ser lo que él creía que había sido. Se le ocurrió que caminando sin parar, en algún momento podría salir del cuerpo.
Después de curado de mi espantosa enfermedad comenzó lo peor. Empezamos a notar que cuanto más arriba estábamos más gente había y que todos boqueaban casi en la superficie sin parar de moverse, no entendíamos lo que pasaba, los demás estaban quedándose cada vez más pálidos.
El agua alrededor se puso cada vez más turbia y tomarla era como probar veneno.
Varios días más tarde empezamos a ver los primeros muertos, se agolpaban por todos lados, la comida era casi inexistente y el ambiente estaba cada vez más frío, era un espectáculo espantoso, los muertos se descomponían y los que seguíamos con vida teníamos tanto frío y hambre que los devorábamos.
Esta escalofriante escena duró por lo menos varios días, de pronto, pareció como si en el exterior hubiera vuelto el buen tiempo, comenzó ha hacer calor otra vez y los muertos fueron recogidos. Las visitas volvieron a las pocas horas, la comida volvió a ser escasa pero suficiente, el agua volvía a ser clara y pura.
Al cabo de un tiempo, una de las visitas a casa me vio y decidió llevarme con ella, yo estaba muy nervioso, no era capaz de centrar mis sentimientos, quería salir de aquel extraño hogar que recordaba a muerte y desesperación, pero a la vez tenía miedo de lo que encontraría.
En un golpe me vi empujado hacia una nueva vida acompañado de mi gran amigo el joven que paseaba arriba y abajo.
Pasaron un par de horas hasta llegar al nuevo destino, no se nos dejaba ver a donde nos transportaban, lo único que podíamos hacer era esperar.
Por supuesto, todo el tiempo que estuvimos de camino lo hicimos paseando arriba y abajo, y debe de ser algo relajarte porque las dos compañeras que venían con nosotros se pusieron a pasear al poco de vernos hacerlo.
Por fin llegamos al sitio que sería nuestro último hogar.
El lugar era un paraíso, la temperatura era ideal para retozar, las aguas transparentes y bien oxigenadas, verdes plantas jalonaban las laderas, había arena en todo el recinto, pequeños arbustos y rincones de rocas y cuevas, me parecía lo más bonito que hubiera visto nunca, y realmente lo era.
Aquí fue donde tuve que decidir si dejar mi vida de joven observando detrás de la ventana y convertirme en alguien de provecho, acercándome a una de las dos hermosas hembras que nos acompañaban o proseguía con mi vida anterior, dedicándome a pasear con mi amigo arriba y abajo.
Decidí lo primero, me acerqué a una de las chicas y en unos pocos días la hice mía. Mi joven colega tuvo la misma suerte pues, aunque él seguía sin cesar paseando arriba y abajo, ahora tenía una compañera que había ocupado mi lugar.
Me encantaba mi nueva vida, después de las penurias que habíamos tenido que sufrir en nuestro antiguo hogar, de todos los males padecidos y de casi la muerte, por fin habíamos tenido suerte.
Por fin era un pez feliz, este acuario, con suerte, sería mi último hogar.
Disfrutad de la noche ;)[/dt_quote]