Vivía tranquilo, calentito, muy mullido, sin vecinos, comiendo bien, nadie le molestaba.
De vez en cuando una sacudida y cuando había terremotos y se caían las cosas de la cocina pero en general vivía muy tranquilo.
Un día llegó un tsunami, sabía lo que era porque así murió su familia tiempo atrás.
Se agarro con todas sus fuerzas intentando no ser llevado por aquella masa transparente y espumosa pero no pudo.
Termino cayendo sin aliento, desagüe abajo.
Es lo que tiene ser una pulga en la espalda de un perro, nunca sabes cuando se te va a terminar el chollo.