Amablemente le pidió que se fuera pero no quiso. Amablemente le pidió que intentara mejorar, que no se estancase, que DEBÍA ser mejor, pero nada. Es como si no le escuchase, su silencio la mataba, la trastornaba y su pensar… su pensar la destrozaba.
Daba igual lo que ella hiciera, intentando resetear su mente, dándole otras opciones, a veces incluso menos opciones, hablándole más despacio… nada de lo que ella hiciera producía ningún cambio, él solamente…. pensaba.
Así que se cansó, se asomó al balcón y miró hacia abajo, era perfecto porque no había nadie pasando por la calle en ese momento.
Entró en casa, cogió el ordenador y lo tiró por la ventana. Solucionado el problema…¡¡piensa ahora, listo!!