Nació palo, eso es así, no podía ser de otra forma para él.
Le encantaba nacer de su pasta pero siempre le tenía que tocar esa misma mezcla, la de menta. Esa mezcla que estaba tan de moda en esas fechas y que consternaba tanto a todo aquel que no fuera americano. Palo lo sabía, sólo podía cruzar su pie para ver si tenía suerte y terminaba en algún árbol de alguna casa en la que a la gente le gustase el sabor a menta. Si tenía la suerte habitual decoraría un mes el árbol y se iría a la basura, a ser apachurrado o peor, caer y romperse en mil pedazos, como el año pasado.
¿Por qué los palos color rojo y blanco no sabían a fresa y nata como la gente esperaba? ¿Por qué tenían que saber a menta?
Porque a la gente como yo no le gusta el fresa y nata, ¡nos gusta la menta! Bienvenido a mi casa palo de caramelo, te pondré en el árbol y te comeré en Navidad.