Aquí va mi historias mínimas número 49
No podía dejar de sudar, le había costado muchísimo llegar a donde estaba. De repente notó como todo se movía, comenzó a elevarse en el aire y un vahído hizo que se desmayara de la impresión.
Cuando se despertó estaba en otro lugar. Era claro, demasiado, la luz le cegaba y tenía que tener los ojos medio cerrados. Se deslizó hacia delante pero chocó ¡había una barrera invisible que no le dejaba pasar!
Una cosa suave y cremosa se acercó a él oliendo muy bien, traía una hoja de esas que raramente encontraba cuando se deslizaba por aquella cosa dura y marrón.
Era una hoja lechuga y yo, un caracol feliz encerrado en un tarro.