No recuerdo cuando creé el cuento de Mikali, si que fue más o menos en la época en que leí una historia japonesa de un conejo que se había comido las uñas de un príncipe y se había hecho pasar por él y de ahí surgió toda esta locura.
Para ilustrarlo me he servido de una imagen de Amaterasu, la diosa japonesa del sol, que encontré en google y que me lleva a esta página que os indexo aquí, se llama Nekotabi, está en castellano y aunque no escribe desde 2015 tiene cosas super interesantes y que pienso mirar de arriba a abajo antes de irme a Japón. Gracias Sara por tu precioso blog.
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Mikali, diosa de los dobles no se sentía bien aquella mañana, su reinado tocaba a su fin. En cuatrocientos años había visto cómo sus fieles iban muriendo sin dejar como herencia el miedo que ella provocaba en los humanos. Sólo un humano le era fiel aun, pero estaba viejo y cansado y pronto llegaría su hora.
Mikali era la diosa de los dobles, cada vez que alguien que creía en ella tenía el descaro de tirar sus uñas y pieles al jaridn ella enviaba a un animal para que las comiera y ese animal se convertía en el hombre incauto e iba poco a poco quitándole su sitio. El humano, con su sitio ocupado por lo que los demás creían que era él mismo, iba consumiéndose hasta que no quedaba nada de él más que su doble.
Era una diosa cruel a la que hace décadas los hombres temían. Todos en un continente la adoraban y vanagloriaban pidiendo por sus vidas, pidiendo por que no llegase un doble y cuidándose para que no llegara. Pero ahora, ahora no quedaba nadie, las personas creían que su poder era un cuento para niños y que sus antepasados habían enloquecido y su única esperanza se hallaba en un humano viejo y sin familia.
En el mundo de Mikali había multitud de dioses, el dios de la muerte y el de la vida, el de la comida y el del hambre, el dios de los accidentes y hasta un pequeño dios de las pérdidas al que rezaban los hombres para no perder sus herramientas de trabajo. Estos dioses luchaban entre ellos para que la humanidad les adorase, pues los dioses nacían y morían a voluntad de los hombres que los creaban. Cuando un hombre creía en algo aparecía un dios de ese algo y cuando no quedaba nadie que creyera en é, un dios moría; así el ciclo se iba completando y unos morían para que otros nacieran.
Mikali moriría si no encontraba a alguien que la adorase antes de que el humano que aun creía en ella muriera. Debía idear un plan para salvarse, así que llamó en audiencia a su hermano el dios de os conejos, llamado Uma, para que le ayudara. Pidió a Uma que enviara a un conejo a casa del anciano que creía en ella para que robase sus uñas y se las llevara al pueblo de al lado, a casa de una familia acomodada y grande.
Pidió, también, que una vez en la casa de la familia esperase a que estuvieran todos en la mesa y se subiera a ella, sacara las uñas del anciano y se las comiera delante de ellos para que le vieran transformarse en el anciano.
Uma aceptó el trato y así, mandó a su conejo que hizo todo lo que le habían ordenado, pero eso no consiguió el objetivo de Mikali pues la familia pensó que era una treta del anciano para quitarles su comida y echaron al doble del anciano de la casa.
Muy enfadada, Mikali envió al doble a casa del anciano para que viviera con éste sin dejar que el anciano se consumiera y llamó en audiencia al señor de las plantas carnívoras. Le pidió que obligara a una planta a comerse las uñas del doble cuando éste se las diera y habló con el doble para que cogiera una planta carnívora y en la feria del pueblo le diera las uñas a comer.
El doble así lo hizo y dio sus uñas a la planta en un escenario de la feria del pueblo pero aun así, Mikali no consiguió cumplir su objetivo pues la familia que había visto al conejo había contado en el pueblo que el anciano era mago y todo el pueblo creyó que el segundo doble era cosa de la brujería del anciano.
Desesperada ya porque veía cercana la hora de su muerte, Mikali llamó en audiencia al rey de los dioses: el dios de los humanos.
Le pidió que consiguiera que un humano se comiera las uñas del segundo doble del anciano, prometiéndole que su humano solo cambiaría fisicamente y que ella no alteraría su mente. El dios aceptó pero a cambio le pidió a Mikali que crease para él dobles de bebés aun no nacidos en los vientres de sus madres, consiguiendo así un nuevo dios de los partos múltiples y que los adeptos del dios de los humanos se multiplicasen cada vez que Mikali crease un doble de bebé. Mikali aceptó y el nuevo dios surgió de un trozo de manga de su camisa.
El humano se comió las uñas del segundo doble y cuando se miró al río lloro amargamente y muy desilusionado porque se había convertido en un anciano. El pobre humano comienza a vagar por el pueblo buscando alguien que le crea y como todos se ríen de él decide irse a vivir con el verdadero anciano, creyendo, al hablar con él, en Mikali, que por fin consigue su objetivo.
la diosa está táan contenta que se casa con el dios nacido de la manga de su camisa, llamado Partem y, como es el dios de los cargos múltiples, tienen 16 hijos que se quedan en el limbo de los dioses esperando a que alguien crea en algo nuevo para ir naciendo.
Así Mikali se queda feliz y deja que el mundo siga su curso sin importarle la muerte pues ya ha creado a muchos dioses que recordarán su nombre.