Se sentía inquieta, intranquila, no encontraba su lugar, aquel sitio donde siempre había echado cabezaditas ya no le servía, no se sentía a gusto.
Decidió que era el momento de ir a explorar, algún sitio encontraría.
Torció el pasillo y vio una luz, muy leve pero le llamaba con insistencia; fue hacia ella.
Allí, en lo alto estaba el lugar perfecto, escaló poco a poco, tuvo que intentarlo un par de veces para no caerse pero lo consiguió.
El bebé encontró la cama de mama y durmió una siesta de 2 horas en ella.