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Marruecos: Marrakech

Introducción

Aqui vengo, había prometido a una lectora que me ha escrito en el post sobre el riad Flam que esta semana tendría mi información sobre Marruecos y no podía faltar a mi promesa.

Voy a dividir este viaje tal cual fue realizado, primero os contaré mis días en Marrakech y luego haré otro post diferente para el desierto y terminaré ese post otra vez en Marrakech. Tenía muchas ganas además de subir este post porque Marruecos me encantó y porque es el post que abre la categoría de África. Me temo que no recuerdo bien mi viaje a Túnez como para dejar un post completo sobre él así que vamos a dejar África en pausa hasta que consiga ir a Kenia.

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Unos datos básicos

Por supuesto no os hace falta que os diga que Marruecos está pegado a España, que nos separa el estrecho de Gibraltar y que está en el Magreb. Que su idioma es el marroquí (con variaciones dependiendo de la zona) y que su religión es la musulmana.

Pero quizá si debéis saber que su moneda son los dirham y que 100 dirham equivalen más o menos a 10 euros. No es el cambio exacto, es para que os arregléis, son como 109 más bien.

También os convendría saber que Marrakech en primavera es como León, por el día cueces y por la noche congelas, o sea que llevéis un plumas ligero de peso para salir por la noche porque os va a hacer falta. A estas alturas igual ya no, pero una chaquetilla no os viene mal y si os vais a ir al desierto os viene bien fijo.

Marruecos es de los países árabes más occidentalizado, hablan castellano casi todos aunque su lengua co-oficial sea el francés y aunque por supuesto vas a escuchar la llamada al rezo por doquier no es como en otros países, la gente no deja su puesto a la carrera para acudir a la mezquita. Por si esto os sorprende que sepáis que eso lo he visto yo en Turquía, literalmente corriendo a rezar.

Pero aqui la cosa va a otra velocidad, todo es relajado y tranquilo, menos la medina que es un caos total al que te acostumbras cuando llevas un día allí, tampoco penséis que va a ser insoportable.

Eso si, tener en cuenta que como tradición regatean, así que van a intentar venderte todo el rato y siempre a regatear, y ¡más te vale hacerlo bien!

Te recomiendo que cuando llegues, en tu primera visita, dejes la cartera en casa, te lleves sólo el dinero de comer y salgas sin cámara, ve la ciudad, observaba, disfruta y pasa de la gente que intentará venderte a toda costa, sobre todo como te quedes parado en alguna parte. Olvida que tienes a niños a tu alrededor que aprovechan para pedirte algo e ignora a la señora que te dice que “te hace gratis un dibujo de Henna” no es gratis, ni aunque te lo diga mientas intenta pintarte, nunca es gratis nada ¿acaso tu lo harías gratis? pues ellos tampoco.

Intenta no ponerte nervioso entre las callejuelas, si ves que te estás perdiendo busca la plaza central o alguna plaza cercana e intenta no salirte de la zona de zoco por la noche o te perderás sin remedio.

Si, todos los que te vean parado van primero a intentar guiarte (a donde a ellos les de la gana o al sitio habitual, todos te guían a “el Fna”) y luego a pedirte dinero o a intentar que compres algo. Si no lo llevas no tendrás tanto problema y te prometo que en cuanto lleves allí unas cuantas horas se te va a pasar esa sensación de que estás siendo acosado y ese miedo a lo desconocido.

Personalmente te recomiendo que compres el hotel anticipadamente (aunque seguramente que no puedas pagarlo, luego te cuento porqué) y que quedes con el dueño del riad para que vayan a buscaros al aeropuerto. Esto te va a costar 15€ y por supuesto que puedes hacerlo más barato pero te voy a decir una cosa, llegar a un riad coqueto NO ES FACIL, así que si el propio hotel te lleva ya te va a dar TIPS para que sepas llegar cada día y eso te facilitará mucho las cosas, además de dejarte en tu habitación de primeras que te aseguro que con lo caos que es la medina me lo vas a agradecer que te haya costado 15€.

Y tras estas pequeñas recomendaciones vamos con mi viaje.

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Mi viaje

Salimos de Asturias con Iberia en un vuelo de esos baratos que lanzan, ya íbamos un poco “picados” porque tuvimos que comprar el Asturias-Madrid y el Madrid-Marrakech por separado pues nos salía, el mismo vuelo, idéntico, 50€ más barato que si lo cogíamos junto Asturias-marrakech con escala en Madrid, una cosa rarísima. Luego el de Marrakech era de esos vuelos Iberia click que son un rollo porque no dejan meter equipaje en cabina casi, aun estando de los primeros en la cola ya no nos dejaron meter las maletas, nos dijeron que no cabían cuando realmente estaba vacío, pero de verdad, veíamos como se llenaba el avión y las cabinas de equipaje se quedaban vacías, un chiste malo.

Tras aterrizar en Marrakech salimos y nos recogió un chico que nos llevó a nuestro hotel, nos dejo en una plaza cercana y ahí vino el dueño del riad a buscarnos. Caminando hasta el riad pudimos hacer la primera toma de contacto con la medina pues nuestro riad, el Libitibito, estaba muy cerca de la plaza Jamma El Fna pero lo suficientemente alejada como para no tener jaleo por la noche. Aun así tuvo que darnos un par de TIPS para poder llegar al riad, las calles de la medina son un completo caos y te pierdes con mucha facilidad.

Mirar que maridin, el topógrafo, se arregla muy bien con los mapas y tiene un sentido de la orientación que parece un murciélago en la noche el tío y aun así nos salimos en un par de ocasiones de las calles más transitadas y nos perdimos.

Tras dejar las maletas, tomar un té cortesía del local y ver lo bonito que era el riad y nuestras habitaciones, de lo que os hablaré con detenimiento en otro post pero tocaré un poco en este en breve, nos fuimos a comer. Caímos por casualidad en el Café Árabe, si estás mirando cosas de Marrakech seguro que ya has oído hablar de él porque es un café muy típico y bonito con vistas a la medina. Lo cual reconozco que es raro porque la mayoría de terrazas tienen vistas a las terrazas de al lado, no son altas.

Allí nos tomamos un couscous de vegetales y cordero que estaba riquísimo (he de recordaros que comer me gusta mucho y que la comida árabe me encanta) y una tanjia de carne de ternera con comino que estaba de impresión. Como no podía ser de otra forma tomamos zumo de naranja, especialidad de la ciudad y sobre todo de este local, grande y riquísimo.

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Por poneros un poco en antecedentes de comida local, los platos que vais a degustar en Marrakech se pueden resumir en 4, si bien todos están riquísimos la variedad es bastante escasa, pero bueno, tranquilos que esta todo muy rico en todas partes, hasta en la calle.

El primero de ellos es, obviamente, el couscous, sémola de trigo que suele ir acompañada con vegetales, garbanzos y carne ya sea de pollo o cordero. También vais a encontrar el otro habitual, el tajín, éste se puede comer de verduras o de carnes o ambas, en él no hay couscous aunque en algunos sitios te sirven la sémola a parte. Se trata de un plato en una fuente de barro con tapa en forma de pirámide, los alimentos se fríen y luego se cuecen a fuego muy lento en ese recipiente que hace como de horno. Estos dos platos son de tradición bereber.

Luego encontramos la tanjia, que se hace en una vasija de barro y que es el plato tradicional de Marrakech, se trata de carne de cordero o ternera con ajo, comino y mantequilla y creo que alguna cosa más que no recuerdo. Os puedo decir que está riquísimo, me encantó todas las veces que lo comí, porque como sólo hay 4 cosas pues repites y eso te da la opción de ver las diferencias entre la cocina de unos y otros.

Por último encontramos la pastise o pastel marroquí que podría parecer un postre pero no, es una especie de empanadilla rellena de pollo desmigado, apio, cebolla y huevo y especias. Bueno no lo he puesto pero casi todo lleva la misma mezcla de especias llamada Ras el hanout. Todo esto cocinado y por fuera lleva como azúcar Glass y canela, a simple vista y al primer bocado está dulce pero luego encuentras el pollo y su caldo y están… mira a mi me encantó pero ya sabes que yo soy de buen comer, jeje. Si bien es cierto que lo probé en un par de sitios y me gusta el tradicional, con pollo y punto, en otros me lo pusieron con garbanzo en plan hummus y con almendra y yo odio la almendra.

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Ya os he abierto el apetito y os he preparado el terreno para que cuando vayáis a cualquier sitio sepáis qué vais a comer, aunque no tendréis problema porque todos los restaurantes tienen carta en inglés y muchos también en castellano.

Tras comer volvimos al hotel, nuestro riad de esos días, el Libitibito es un riad pequeño, de sólo 5 habitaciones, con terraza sin piscina pero con piscina abajo en el patio, además todas sus habitaciones son diferentes. Nosotros nos quedamos con una que tenía chimenea, nos encantó y nos apetecía tener un fuego que nos calentase pues sabíamos que íbamos a pasar mucho frío por la noche. Daros cuenta que yo fui en marzo. Ahora ya no vais a tener ese problema.

Tras dejar nuestras cosas salimos a reconocer el terreno, nuestro anfitrión nos dio una tarjeta del hotel en el que, por la parte de atrás, trae como llegar a él por si te pierdes, aunque llevábamos los planos descargados. En la habitación había wifi si bien no iba super estupenda si que servía para subir una foto al día, bajar los videos que mi madre me mandaba de babylucía y para estar un poco en el mundo.

Paseamos por las calles de la medina hasta la plaza Del Fna y luego nos acercamos a ver la “Gilalda” marroquí, la Koutubia y sus jardines, la verdad es que cuando pones una foto de la Giralda frente a la Koutubia te das cuenta que no tienen ningún parecido. Eso si, es muy bonita y sus jardines son preciosos al atardecer con el olor del azahar.

La pena es que nosotros fuimos a Marruecos en marzo y aun había mucho frío, por le día no pasamos de 13 grados y por la noche mucho menos, es un fastidio a la hora de cenar en una terraza o en el hotel, no obstante, cuando volvimos del desierto el tiempo había cambiado y tuvimos un par de días de calor por el día, como para ir en ropa fina de verano y tomar un poco el sol en la piscina del hotel.

Nuestra primera impresión con la ciudad es que la gente era muy amable, no sentías peligro por ninguna calle por muy angosta y oscura que fuera, si bien es cierto que al principio es un poco duro eso de tener que pasar entre mil personas que intentan que compres cosas durante todo el santo día, de la mañana a la noche. Además tienen la peculiaridad de que, como te pares, te asaltan, la mayoría de las veces solo para guiarte, habitualmente hacia las plazas principales, te señalan el camino y a veces ese camino lleva algo de rodeo, además de sentirte algo incómodo porque pararse a mirar un mapa es muy difícil teniendo a gente encima en cuanto lo sacas.

No obstante, es amabilidad, nadie te aborda de forma incómoda, es una sensación porque estamos acostumbrados a otro tipo de turismo y otro mundo. En la medina lo mejor es que dejes el mapa y te guíes por las marcas de las paredes, a pintura, o las pocas señales o simplemente déjate perder por las callejuelas de la medina, siempre teniendo en cuenta que si no tienen puestos tienes que dar la vuelta hacia zonas de compras que son las “main street” de la ciudad.

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Cenamos en el restaurante Terrasse des épices, un bonito restaurante en la terraza de una galería de tiendas, volvimos tras el desierto para comer porque aunque nos gustó la cena hacía muchísimo frío e incluso nos cayeron 4 gotas, así que queríamos verla de día. Esta gente tiene uno o dos restaurantes más y un bar en la plaza de las cestas que es una pasada. Si hace buena noche os recomiendo acercaros (siempre mejor reservar primero) al restaurante porque lo ponen todo lleno de farolillos y está precioso. Por el día también se está muy bien pero si no reserváis es probable que os pase como a nosotros, que os toque una mesa pequeñita a pleno sol y esas no tienen sombrilla así que igual cocéis. Eso si, por el día en todos los sitios tienen unos gorros de paja con el nombre del local en lana que veréis por todos sitios y que son lo suficientemente grandes como para taparte cuello y hombros.

La comida de este sitio fue más escasa que la del café árabe pero más exquisita, mejor trabajada y con un toque muy moderno, comimos Pastille poulet (pastel marroquí de pollo), Canelonni auberigine que era berenjena en tiras rellena de queso fresco, tomate y nuez, muy rico aunque frío y al ir de noche y con mucho frío no pegaba nada y luego un tajine poulet citron, este concretamente lleva pollo con aceitunas, especias y limón, lo hay en todas partes y está muy rico y sabroso. De postre nos lanzamos con los dulces típicos del país, maridin comió algunos, yo los probé todos pero reconozco que sólo me gustó uno, es que a mi lo de los frutos secos… y allí trabajan mucho la almendra.

Pero DATO IMPORTANTE-CURIOSIDAD descubrimos, o creemos, que quizá nuestra venera, el postre típico de nuestra zona de Asturias, un postre a base de almendras que a mi, que no me gusta la almendra, me chifla, vino de aquí, porque el occidente, sobre todo el concejo de Navia está muy ligado al pueblo saharaui desde siempre y casualmente este plato… es que era igual que nuestra venera y era un plato bereber así que creemos que realmente nosotros lo tenemos en nuestra tierra porque salió de aquí. ¡Vaya curiosidad eh?!

De ahí nos fuimos al hotel, hacía un frío infernal pero le habíamos pedido al chico del hotel que nos enciendiera la chimenea así que teníamos la habitación caldeada y pasamos una bonita velada romántica.

A la mañana siguiente desayunamos en la terraza superior, creo que esto ya lo expliqué con detalle en el post del Riad Flam pero voy a insistir mucho en ello, en Marrakech tienen un problema brutal con las abejas, que no, no hacen nada, porque al contrario que las de aquí, las de allí son como moscas enormes, no tienen aguijón y hay millones, con el cuento de los almendros y sobre todo de los naranjos viven unas cantidades que no os quiero contar. No hay un puesto de dulces típicos (que llevan miel y azúcar a retorcer) que no esté completamente tapado por abejas, es bastante asqueroso la verdad. Lo peor de esto es que están en todas partes, no las ves más que cuando tienes cerca algo dulce pero se tiran a él de una forma impresionante.

Es un error tremendo no desayunar a cubierto. Las abejas van al dulce y los desayunos marroquís, los únicos que vais a poder comer en Marrakech, son muy dulces, llevan unos dulces típicos, unos creps y miel y mermelada. En cuanto esos botes llegan a la mesa un enjambre de abejas llega detrás y por mucho que te digan “tranquilo no hacen nada” no se van y se meten LITERALMENTE en el bol y en los platos y tazas y no salen!! A mi eso me dio un asco tremendo y por mucho que no piquen, que queréis que os diga, yo es como tener una avispa dando vueltas en tu toalla en la playa, no puedo quedarme ahí. Así que cogía mis cosas, dejaba los boles de mermelada y miel y huía a la mesa de la otra punta. Se me quitaron las ganas de comer en descubierto pero como maridin quería, volvimos a cometer ese error todas las veces que desayunamos, ahora bien, ya no me pilla más.

Un detalle: el repelente sirve, pero poca cosa o vas a tener que estar echándoselo a ellas todo el rato.

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Al día siguiente, tras callejear un poco fuimos a los Jardines de Yves Saint Laurent caminando, a ver, es largo el camino pero se hace bien ¿eh? yo lo haría andando la verdad, no se tarda tanto, como unos…20/25 minutos y ves una parte de la ciudad que no tiene nada que ver con la medina, otro mundo. Digamos que la medina es el casco antiguo (aunque parece una ciudad en si misma) y luego existe una amplia ciudad fuera de esa parte amurallada que es de lo más normal, amplia y bonita, los jardines están en esa otra parte. Cuesta entrar 140 dirham (70 por persona), a mi me parece algo caro pero realmente merece la pena el paseo si lo vas a hacer con calma, pudiendo hacer fotos y disfrutando del lugar, de sentarte entre el espesor de las plantas. Comimos en un local que está a las puertas de los jardines y merendamos de camino. Aprovechamos para acercaros a una plaza moderna llamada “plaza nueva” que es donde tienen los macdonal’s y las tiendas occidentales típicas, es amplia y tiene una fuente, está bien pero no hay mucho más que comentar.

Todos los días nos tomamos un té o un zumo en la plaza el Fna, es muy característica y cuando estás viéndola desde una terraza te das cuenta de que es como si la vida se parase, abajo bulle de actividad, motoconchos, gente caminando, corriendo, bicis, motos, la cantidad de motos que hay en la medina es una cosa de hacerse mirar.

Ese día también fuimos a ver la Madrassa ven Jusuf y de ahí a la mezquita. Nos costó llegar sin seguir el camino “estipulado”, si te sales de las calles turísiticas es complicado guiarse porque no hay un cruce recto o normal, todo son oblicuos y a veces marca calles que terminan en callejones aunque parece que siguen.

Ah! se me olvidaba decir que dentro de los jardines está el museo bereber y que cuesta 30 dirham extra por persona.

Este día, como veis, fue muy condensado, tras hacer la parada de rigor en la plaza, en este caso para tomar un té y unos creps en un italiano de la plaza que tiene una gran vista de la Koutobia al anochecer, fuimos corriendo al hotel a que nuestro anfitrión nos acompañase a un hamman donde habíamos reservado.

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Tengo que comentar, antes de que se me olvide, que todos los bares tienen wifi, por si os lo preguntáis y que los hoteles cobran un % extra al pagar con tarjeta, casi todos así que es mejor que llevéis el dinero del hotel ya preparado en metálico, siempre suele ser en euros.

En este viaje nos dimos cuenta que se está haciendo viral el llevar una cámara desechable así que nosotros, que nos gusta mucho estar a la moda en algunos aspectos, ¡nos hemos comprado unas para nuestro viaje a Japón que comienza mañana!

Vamos con el hamman. Para poneros un poco en antecedentes os diré que los hammanes son baños árabes, son los típicos baños termales que se encuentran en las ciudades como ruinas romanas, pero aquí se usan.

La gente va con su cuenco y sus jabones y cosas a los públicos, que hay muchos, unos para mujeres y otros para hombres, y se baña. Es muy barato pero bueno, yo no soy ese tipo de turista. A mi me gusta probar las experiencias de forma un poco más controlada, no me veo llegando sola a un hamman público y ahí, ala, búscate la vida. Así que, como casi todos los turistas, contratamos un hamman privado.

No fue en el sitio típico y me vais a perdonar porque no recuerdo el nombre, nos lo reservó el chico del riad un día antes, siempre hay que reservar con antelación y ellos conocen algunos que son más baratos que los típicos y que están igual de bien. Nosotros pagamos una sesión sencilla, con barros, exfoliación y mascarilla, nos costó 220 dirham por persona.

En principio el del riad nos dijo que llevaramos bañador y que estaríamos separados, cual fue nuestra sorpresa cuando al llegar una chica nos mete en una sala, juntos y nos da zapatillas y albornoz y nos dice “off”, ¿¿off?? y ella “si, si, off. Vamos que nos quitásemos toda la ropa y nos quedaramos en pelotas con el albornoz.

De ahí nos llevo al hamman propiamente dicho, una sala con dos pilas de piedra una a cada lado, lo suficientemente amplias como para tumbarte y que en el medio (en este caso en un lado) tienen una pila con grifo que usan como barcal para tener agua a temperatura ambiente, el ambiente es cálido y húmedo porque es como una sauna turca. En la sala nos metió juntos y nos dijo otra vez “off” tras el shock previo nos quedamos los dos en pelotas en la habitación y ella entró a echarnos todos los mejunjes. ¡Vaya movida! la verdad es que lo pasamos genial y maridin… pues imaginaros ¡ahí off con aquella chica joven y su señora esposa! ¡jaja! fue una experiencia la verdad y nos gustó muchísimo, tanto que repetimos en el Flam pero esta vez nos “hammanizamos” cada uno a si mismo.

La chica iba tratándonos por turnos, primero te lavan el cuerpo con agua y te echan jabón, te lo dejan un poco y mientras se lo hacen a él, luego te exfolian la piel y te dejan otro poco, mientras se lo hacen a él, posteriomente te lavan nuevamente y te embadurnan en un barro y te dejan un buen rato, a él lo mismo, claro. Te lavan hasta el pelo si quieres con un jabón especial, el del cuerpo es jabón negro, os lo comento porque lo vais a ver a la venta por todas partes.

Hablando de cosas a la venta: no compréis aceite de argán, bueno hacer lo que queríais, pero para mi es un timo total, yo miré en un par de sitios y fui a una cooperativa por ahí perdida en las montañas y vine sin él, yo uso aceite de argan a diario en el pelo y uso la marca Magrabian Oil, no tiene absolutamente nada que ver, el de magrabian no te deja residuo en las manos y el que vi por ahí si, incluso el color varía, así que yo, seguiré comprándolo on Line.

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Esa noche volvimos a tener el ambiente caldeado con la chimenea, ya sin tener que pedirlo 😉 y Fátima, la hermana del chico del riad nos hizo su tajin de pollo con verduras y tres entrantes consistentes en tomate, pimiento y especias, ensalada mixta y pepino en tiras con jugo de naranja. Estaba muy rico, que os voy a decir yo… y el pan ¡ay el pan! si, es el mismo que ves vendiendo las mujeres en la calle ¡me pirra el pan, está buenísimo!

A la mañana siguiente nos recogieron en el riad para nuestra segunda parte del viaje, pero esa es otra historia…

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Ranking

A Marrakech (en esta primera toma de contacto) le doy un 7, por varias razones:

  1. La ciudad es un hervidero de actividad que si bien es genial, divertido y estimulante también es cansado y tienes pocos momentos de encontrarte a ti mismo.
  2. Aun así es una cultura y una forma de ver el mundo tan diferente a la tuya que merece la pena ser vista y vivida al menos una vez en tu vida.
  3. Para terminar le doy un 7, eso quiere decir que volveré SEGURO.
[dt_quote]Hasta aquí ha llegado este primer post sobre mi viaje a Marruecos, mañana voy al desierto, te vienes, no?[/dt_quote]

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