Este mes os invito a otro viaje maravilloso que nos llevará desde el Puerto de San Lorenzo, en Asturias, a Torrestío, en León, por un tramo de la antigua calzada romana que unía estas dos provincias. Si sois aficionados a la novela histórica viajareis de nuevo con los soldados o con las cuerdas de esclavos por aquellos lugares y sentiréis sus penurias en algunos casos, sus angustias y hasta sus perplejidades ante el paisaje encontrado. En mi caso espero trasladaros mi asombro, mi entusiasmo y mi pequeñez ante tantísima belleza.
Estoy en Babia, de Asturias a León por el Camín Real de la Mesa es paisaje, historia y cultura en una de las rutas más bonitas que hice en mi vida y que siempre que puedo repito dos veces al año, en primavera y en otoño y nunca defrauda.
Nuestro viaje, como siempre, a caballo, comienza en el Puerto de San Lorenzo, punto que une los concejos de Teverga y Somiedo. Nosotros accedemos a él por Belmonte, en camión para trasladar los caballos. Alguna vez hicimos un tramo más largo, desde Las Cruces, en Grado, aunque con más tiempo. Ahora pasaremos un fin de semana, el sábado ida y el domingo vuelta.
La ruta es de gran recorrido, la GR-101. Está bien señalizada, con pintura y mojones y en nuestro caso nos va a llevar unas ocho o nueve horas en total.
Ya estamos en el alto. Partimos hacia Tierra de Babia. Atrás dejamos el puerto ascendiendo por una pista bien arreglada y con acceso restringido. Las vistas ya son impresionantes, la tensión del trajín de lavar, preparar, cargar los caballos, el viaje, aparejar, ensillar, colgar alforjas y comprobar que lo tenemos todo se relaja y el estrés y la rutina diaria desaparecen completamente a los diez minutos, si no antes.
Por la pista y un sendero llegamos a la campera de Piedra Jueves o Piedra Xueves, donde dicen que quedan restos de un altar romano en honor a Júpiter y de ahí el nombre. Yo, la verdad, es la primera noticia que tengo. Lo que si hay es lo que queda de una antigua cantina y un gran bebedero donde hacemos una mínima parada para refrescar los caballos que también vienen nerviosos del viaje. Contemplamos la campera y nos deleitamos con el ganado que siempre pasta libre y en abundancia en estas fechas. Vacas roxas y caballos. No los molestamos y ellos a nosotros, tampoco.
Seguimos nuestro camino, siempre guiándonos por las señales de pintura roja y blanca y por los mojones que nos indican dónde estamos. Llegamos al Xuegu la Bola y ahora sí que la relajación es absoluta y el deleite pasa a ser ensimismamiento ante tanta belleza, tanta serenidad y tanta grandeza. Cuando accedemos a la Braña La Corra me siento infinitamente pequeña, privilegiada y agradecida a mis caballos porque sin esta afición no podría ver lo que veo ni conocer sitios al alcance de unos pocos. La Corra enamora por lo que es: un conjunto etnográfico con buen número de teitos, algunos en buen estado y en uso por los actuales vaqueiros de alzada. Pero además el paisaje es espectacular. Montañas impresionantes y un profundísimo valle lleno de colores, lleno de vida.
Continuamos nuestro viaje y ya pisamos algunos tramos del viejo empedrado romano, del Camín Real, pasando por Peña Prieta (una peña grande y muy oscura), el cordal de la Mesa y las brañas de Saliencia. Antes, hacemos un paradita para refrescar los caballos y comer algo. No mucho, que para cabalgar es mejor que el estómago no esté muy lleno. Con suerte, en este tramo habremos podido ver algún venado si estamos en época de berrea. En las brañas de Saliencia hay otra gran fuente con bebedero para el ganado y a su paso es difícil describir las sensaciones.
Atraviesas las cabañas, los restos de lo que en su día fue un núcleo activo y pasas entre el ganado que solea o mosquea, depende del tiempo, entre los mastines que lo vigilan, acompañados por el olor a tierra y retama, el graznido de los pájaros (unos pequeños y negros que hacen muchísimo ruido) y el correr de las nubes. Un poco más adelante abrimos la última portilla grande; la que nos separa de Asturias para entrar en León. El puerto de la Mesa, a 1.780 metros. Aquí comenzamos a descender hasta desembocar en el pueblo de Torrestío, podemos ver rebecos por las laderas de las montañas que nos acompañan en la bajada. Ya estamos en Babia.
La historia de la expresión “estás en babia” varía dependiendo de quién la cuente aunque se sabe que en la Edad Media, los reyes de León pasaban su tiempo de ocio aquí, porque abundaba la caza y cuando se preguntaba por ellos se decía que estaban en Babia. A mí me gusta más la versión que cuenta que los pastores babianos que pasaban los inviernos en Extremadura se ensimismaban ante el fuego en las noches de soledad y alguno les decía lo de: “despierta hombre que estás en Babia”. Hoy en día es el lema que promociona la comarca y que exhiben con orgullos los establecimientos hosteleros de la zona. Por cierto, Babia, como no podía ser de otra manera, es reserva de la Biosfera. Y al hilo de eso quiero recordar que nuestra ruta de hoy y como casi todas las que os he ido describiendo, transcurre siempre por entornos y paisajes de alto valor natural, cultural y paisajístico. Se trata de un parque natural especialmente protegido y así debemos entenderlo para conservarlo y respetarlo.
Llegados al final de nuestro viaje de ida habremos invertido unas cuatro horas a caballo con una dificultad media porque estamos en alta montaña aunque no habrá problema de ningún tipo con caballos bien entrenados y jinetes experimentados. Los problemas podrían darse en caso de que hubiera llovido mucho antes de iniciar la ruta porque la escorrentía y el pisar de las vacas pone el camino un poco complicado y, sobre todo, si hubiera niebla. Con niebla desaconsejo hacerla y si te pilla en ella, que puede ser relativamente fácil, es más seguro quedarse donde te pille que arriesgarse a perderse. Nosotros tenemos la suerte de tener un caballo con GPS, el de mi marido, que sabe ir aunque sea noche cerrada. Si no os acompaña alguien que conozca muy bien la zona no os arriesguéis.
Una vez en Torrestío tenemos la suerte de contar con Ignacio y Olga, propietarios de la Casa Rural La Solana, que nos permiten dejar los caballos en un cercado detrás de la casa, nos consiguen pienso y hasta hierba seca si quisiéramos y en la casa estamos como en la nuestra. Siempre elegimos las mismas habitaciones porque estamos, pues eso, como en casa. El trato no puede ser más entrañable y nunca me cansaré de agradecérselo. Si hace calor Ignacio nos espera con unas buenas jarras de cerveza con gaseosa y si hace frío o llueve, como alguna vez nos tiene pasado, nos acoge con la chimenea bien atizada, algo caliente y mucho, mucho cariño. La familia al completo es encantadora así que no dejéis de hacerles una visita. Y para cenar nos vamos al Mesón La Farrapona. También podéis hacerlo en la Casa Rural, ojo, comida casera y buenísima, pero a nosotros nos encanta la carne de potro y las setas y así combinamos un poco todo y les hacemos una visita a Emilio y Raquel. Mi recomendación y la de Salomé es la “sopa de la buena mujer”, de setas, picante y riquísima y la carne de potro a la piedra. Aunque los chuletones y los filetes están buenísimos también y cualquier cosa con setas, si os gustan, porque son frescas, de la zona y Raquel las prepara estupendamente. Buen provecho y buena ruta de vuelta tras el merecido descanso y el buen desayuno casero con el que nos dará Ignacio los buenos días.
- Pendientes del tiempo meteremos o no ropa de agua.
- Sombrero.
- Crema solar.
- Stick antimoscas.
- Kit de herraje.
- Botiquín.
- Alforjas para ropa de cambio y comida.
- No hace falta llevar toallas ni champú y gel porque lo ponen en La Solana.
- La ropa dependerá de la previsión del tiempo.
- En montaña es extremo, ya sabéis, mucho frío o mucho calor así que capas de ropa.
Advertencia: la cobertura de red móvil es escasa o nula en algunos tramos para, por ejemplo, Vodafone, así como en Torrestio. No hay. Para Movistar funciona bien. Otras compañías no lo sé.[/dt_vc_list]
Datos de Interés
La Solana Casa Rural.
987685422. 677089875
En booking.com lo podréis encontrar como: La Solana de Babia
Bar-Mesón La Farrapona
987198301/ 626240080