Siempre me han gustado los momentos de cambio, soy un poco culo inquieto y los cambios me aportan perspectiva además de nuevos retos y oportunidades, lo que me encanta.
Pero reconozco que en este caso estoy emocionada a la par que a…nada. Y es que ya es oficial, una etapa se cierra y fue hermosa pero se ha terminado.
Puedo decir sin miedo a equivocarme que soy una persona muy afortunada. Tengo el dinero suficiente para viajar y llevar una vida cómoda sin pasarme. Tengo una familia estupenda que por suerte está más o menos bien de salud y que me quiere (es recíproco) tengo un marido y un bebe y dos perros amorosos.
Tengo un techo cerca de la familia, un techo que me hace feliz y me da momentos maravillosos como estar tirada tomando el sol o disfrutando de un baño relajante.
Y hasta ahora tenía otro techo, un poco más lejos de la familia pero más cerca del trabajo que esperamos nos de de comer próximamente, un techo en el que llevaba ya 14 años, por el que ha pasado de todo.
Desde mi llegada a Gijón, al poco de volver de Madrid para seguir estudiando han pasado por mi piso del Martillo de Capua muchas cosas y mucha gente.
Han pasado varios novios, muchas fiestas, en el piso me he visto crecer como persona, como profesional, he pasado ratos horribles pero también grandes momentos, risas, lloros, fiestas y momentos de bajón. El piso ha olido a fiesta, a alcohol, a perro mojado, pero también a incienso, a velas, a ambientador, lejía, pis y flores frescas. He tenido muchas cosas y luego, bueno, solo unas pocas menos. He cambiado sofás, distribuciones, mesas, sillas.
En él he atesorado libros y llenado poco a poco mi amada biblioteca con escalera y en él he cambiado como persona.
Este piso vio a maridin terminar la carrera, a mí comenzar proyectos a montones, a Lucia comenzar a gatear y dar sus primeros pasos. También en él creció y murió mi gato Gargamel Mininez de Otur alias Miki alias Mediodía y vio crecer a Curro Jimenez alias Patroclo alias Marrón y a Taifa’s Tazi alias Ghost alias Taziturna.
He visto los fuegos de Gijón, los paseos, las manifestaciones, la maratón, los sábados por la noche a la gente picando y gritando por la calle. He estado en medio de los saraos y he huido en cuanto se acercaba la época estival de grandes turistas.
Pero lo más importante es que este piso ha sido muy especial para mí. No dudo que dentro de 5 días llorare amargamente porque, aunque tengo claro lo que he hecho y se que es bueno para mí y que no me arrepiento, se que lo echaré de menos. Sobre todo el escribir escuchando el mar, como ahora mismo.
Sobre todo entrar en el salón, mirar por el balcón, por la balconada, hacer el bono en mi escalera de la biblioteca, nunca tendré otra biblioteca así de maravillosa…
Hoy es oficial, es mi cumpleaños y mi regalo ha sido vender mi piso. Acabamos de firmar en el notario su venta y este domingo diremos definitivamente adiós a esta etapa. Ha sido bella pero más bella será la nueva, espero.
Mi piso de soltera y de recién casada se nos ha quedado pequeño. Queremos una familia mayor y la cosa comenzada a complicarse entre habitaciones, espacio (no de salón jeje) paseos a perros y garajes lejanos. Hoy pasamos a otra fase, la de crear un nido que sea el definitivo, el nido donde crecerán nuestros hijos.
Estamos ultimando los detalles para comenzar a construir la que será, espero, nuestra última casa y para eso nos vamos a vivir casi un año (espero que no más) al pueblito bueno. Ahora es fácil, en 15 días llega el verano y con el los turistas así que habría emigrado igualmente. A ver lo que pasa en Octubre, cuando ya este un poco harta y necesite volver al asfalto y a mi casa, porque, aunque mi familia viva en Puerto de Vega, mi casa sigue siendo Gijón y así queremos que sea para nuestros hijos.
No sabemos a ciencia cierta si este cambio será por 6, 8 o 12 meses, o más, aunque esperamos que no se demore demasiado.
Como os decía al principio estoy un poco aterrada a la par que ilusionada. Estas semanas han sido un no parar de emociones encontradas, por un lado la emoción del cambio y por otro el miedo al mismo.
Se que este es mi último gran cambio, mi última gran decisión y quiero hacerlo bien, no quiero arrepentirme de nada ni hacer las cosas mal y construir una vida da mucho miedo.
Para mí la vida se compone de 5 grandes decisiones y yo estoy en la quinta ya.
La primera es que vas a estudiar, la segunda con quien vas a pasar el resto de tu vida, la tercera donde vas a hacerlo (que ciudad, que país), la cuarta si vas a formar una familia y la quinta donde vais a vivir (físicamente).
Ahí es donde estamos. Tras muchísimas vueltas y más dinero de lo que nos hubiera gustado, hemos encontrado una finca que nos convence al 97% donde construir nuestro futuro. Nos vamos a vivir a Cabueñes, alejados y protegidos del nordes, ese viento infernal que nos ha acompañado a los dos toda nuestra vida, a una finca de 2.000 metros donde tener una casa con piscina, césped, parterres de flores de estilo inglés y un huerto ?. Una casa donde ver crecer a nuestros hijos, donde disfrutar del sol desde abril, sin vientos horribles y donde el verano llegue un mes antes.
Allí espero que mi hija encuentre y haga sus raíces y yo espero que podáis ver esa imagen que yo veo en mi mente, mía, en el huerto, con una pamela y una cesta recogiendo mi cosecha. Y espero ver crecer a otros hijos y que seamos una gran y unida familia feliz.
Nos quedan unos meses duros de decisiones sobre la casa, sus muros, puertas, ventanas… sobre todo. Y me espera una obra larga y una decoración que se que me va a dar dolores de cabeza porque es mi “última gran obra”, a partir de aquí contratarme #myfriends porque ya no podré cambiar más cosas (espero).
Estoy emocionada con ir contando y enseñando paso a paso cada momento de la obra, espero que lo disfrutéis tanto como yo y el piso… bueno, echaré de menos este sonido del mar en la puerta y esas vistas y dormir al sol en un verano ficticio en pleno invierno. Pero es una fase y ya pasó, espero que la familia que lo ha comprado lo disfrute al menos la mitad de lo que yo lo he disfrutado en estos 14 años.
Tengo un poco de miedo por estos meses que se avecinan porque yo, desde que nací, siempre he vivido a caballo entre dos mundos, todos los fines de semana, las fiestas, los puentes, los veranos, siempre he ido al pueblo, a otra casa, siempre, desde que nací, he tenido dos casas. Ésta es la primera vez en mi vida y la primera en 18 años para maridin que no tenemos otro lugar, que no hay que preguntarse “¿vamos este finde?” porque ya estamos, no hay un lugar al que escapar o donde descansar y para alguien que siempre lo ha tenido, que ha vivido un poco, pues eso, a caballo entre dos mundos, se hace súper raro.
Pero lo voy a afrontar con ganas, como una experiencia nueva a vivir y luego volveremos a nuestro habitual corre para aquí y vete para allá y a nuestra discusión de cada viernes:
-“¡¿Pero no tienes bastantes cosas ya allí como para tener siempre que ir cargando con una maleta!?”
Ayer terminé de guardar en cajas la biblioteca, he contratado a una empresa de mudanzas para que me haga el traslado pero hay varias cosas que tenía que hacer yo y la biblioteca era una de ellas. Cuando terminé lloré amargamente y aun lo estoy haciendo ahora y sé que no será la última vez antes de cerrar la puerta definitivamente. La biblioteca fue la parte más importante de mi casa, fue lo que imaginé y quise desde el primer día cuando puse los pies en un piso y tenía que cerrar ese círculo. Despedirme de ella, vaya. Se me hace súper raro que esté vacía…
Pero pensemos en cosas bonitas, en el proyecto que estamos comenzando y en que ¡hoy es mi cumpleaños! Cumplo 28 por octava vez 😉 y me voy a celebrarlo con mi familia a La Galana, un restaurante en la plaza mayor de Gijón que me encanta.